Luego de los lamentables sucesos ocurridos el sábado en el Yankee Stadium, cuando un grupo de aficionados en los graderíos del jardín derecho de la “Catedral del Beisbol” arrojara latas de cerveza y otros objetos contra los jugadores de los Guardianes de Cleveland, muchas han sido las reacciones que se han podido ver alrededor del mundo del béisbol.

Hechos como este no deberían suceder nunca en un deporte tan especial y perfecto. Los individuos que realizaron estos actos, tampoco creo que deban hacerse llamar fanáticos, pues al protagonizar este tipo de acciones, empañan el espectáculo y al equipo que dicen defender.

Las declaraciones de varios jugadores de los Guardianes de Cleveland critican con razón a las personas que hicieron estos actos. Sin embargo, la generalización de que “los fanáticos de los Yankees son así” es una afirmación muy errónea y lejos de la realidad.

A lo largo de la historia, los Yankees han gozado de una fanaticada maravillosa. Si bien es la más difícil de conquistar en el béisbol, los que han logrado hacerlo, reciben un cariño que no sé si otros jugadores puedan experimentar en otras franquicias.

El ser un “fanático de los Yankees”, es mucho más que criticarlo todo o comportarse de esta forma tan primitiva en un terreno de béisbol. Las acciones de unos cuantos individuos no pueden ahora generalizar todos los comentarios.

Lo que vimos el sábado, no debería repetirse nunca en ningún deporte. Los propios peloteros de los Yankees, como el caso de Aaron Judge y Giancarlo Stanton, reprimieron estas acciones, siendo ellos mismos los que regañaron a los aficionados involucrados.

En temperaturas muy bajas, tanto en abril como en octubre, bajo fuertes lluvias o un calor insoportable de agosto en la “Gran Manzana”, los verdaderos fanáticos de los Yankees siempre están ahí, respetando el juego y aunque sus abucheos pueden ser ensordecedores tanto a sus rivales como muchas veces a quien lo hace mal por su propio equipo del Bronx, la fidelidad a la camiseta siempre ha primado.

Dentro de un mundo donde vemos una tendencia a seguir más a los atletas que a los propios equipos, la base de seguidores Yankees, mantiene su lealtad a las rayas. No dejemos que una indisciplina como esta, ponga en duda, el nombre de una fanaticada de las más hermosas del mundo y de las que más respeta lo sagrado de un terreno de béisbol.