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JOSÉ CANSECO Y SU POLÉMICO PASO EN MÉXICO

Bambino Sedano

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José Canseco ha sido uno de los peloteros latinos de mayor impacto en las Grandes Ligas, además de ser uno de los más polémicos en el beisbol.

En la década de los ochenta y noventas, Canseco fue reconocido por su sorprendente habilidad para conectar jonrones, así como su toque latino y gran carisma, lo hicieron uno de los más populares.

El mundo del beisbol giraba en torno a José, era tanta su popularidad que era seguido por paparazzis e incluso llegó a tener una relación sentimental con la cantante Maddona.

Pero todo por servir se acaba…

El polémico José, ya para inicios de nuevo milenio fue hecho a un lado por el beisbol de las Grandes Ligas, debido a su libro Juiced, donde reveló secretos muy íntimos de sus ex compañeros.

En su intento por seguir jugando beisbol, llegó a México en 2012 buscando una oportunidad con los Tigres de Quintana Roo. El robusto cañonero, tenía en aquel entonces tenía 47 años.

El cubano realizó pretemporada con el equipo dirigido por Matías Carrillo, además eran los vigentes campeones y presumían un gran respaldo del gobierno.

Sin embargo, todo se vino abajo, ya que Liga Mexicana de Beisbol no permitió que Canseco jugara, argumentando que el pelotero habría confesado que continuaba consumiendo esteroides. Un argumento que no quedó muy claro.

Pero atención, que para sorpresa de muchos, José Canseco sí terminó jugando en México.

En marzo de aquel 2012, la ex estrella cubana de las Grandes Ligas, aceptó jugar en una Liga Amateur en Quintana Roo, vistiendo los colores de los Ejidatarios de Bofill, cobrando 40 mil pesos por juego.

Fue así como la aventura de Canseco en México terminó… en años posteriores ha jugado en ligas de sóftbol, hasta ha combatido en artes marciales mixtas.

La vida, después del beisbol, no ha tratado nada bien, a José Canseco.

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LA LEYENDA…VICENTE “HUEVO” ROMO; SU HISTORIA Y SUS 80 AÑOS!

El Jonronero

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Tijuana, B.C (TorosDeTijuana.com – Armando Esquivel Reynoso) 12 de abril del 2023.- En verano el calor es muy fuerte. Debió de haber sido una de esas tardes de verano en Santa Rosalía, Baja California Sur. Quizá tendría unos nueve años. No me refiero a mí. Yo todavía no nacía.

Escribo de un muy joven Vicente Romo. Tan joven que por esos años el apodo de “Huevo” todavía no se escuchaba por los estadios mexicanos. Un niño pequeño. Quizá no fuera nueve su edad y era un poco más chico. Andaría en los ocho o siete años. Ese era Vicente. El niño. ¿Qué año sería? 1948, 1949 o quizá 1950

Muy pequeño para jugar beisbol, pero no tanto para ir a buscar leña. En su casa no había piso firme, mucho menos estufa de gas o eléctrica. La cocina se mantenía con la leña y había que ir a buscarla todos los días.

Aquella tarde, de esta su primera historia de beisbol, su padre le había encomendado una tarea, una misión muy importante, una labor que ya conocía y era su manera de contribuir con el hogar familiar.

Además, “Donde manda capitán no gobierna marinero”, así que mejor evitar la mala experiencia de ver enojado a su padre. No era muy complicado. Salir al monte encontrar leña y regresar a casa.

Casi tres kilómetros de caminata se pasaban en veinte minutos, aunque con el paso de los días, semanas y meses, el combustible para la estufa era más difícil de encontrar y la distancia se hacía cada vez más larga.

No era la primera ocasión en que Vicente hacía este recorrido, pero ese día quedó grabado en su mente y aún lo recuerda “como si hubiera sido ayer”.

No llevaba hacha, mucho menos machete, sólo un mecate para hacer de su botín un paquete fácil de transportar en esos casi tres mil metros de regreso a casa.

Lejos estaba todavía aquella mañana fría y perfecta del 5 de enero de 1971. Muy lejos. Pero aquel día en el monte en busca de leña, dio el primer paso a la perfección. Mientras se encargaba de su tarea, Vicente escuchó ruido entre la yerba y pronto descubrió que a lo lejos caminaba un pato. La primera intención fue darle alcance.

Pronto desistió.

No era justa la competencia de alas contra piernas y él estaba en el lado equivocado de la mesa. En pocos segundos se dio cuenta de que sería imposible atraparlo corriendo, pero se le ocurrió una idea mejor. Justo a su lado pudo ver una piedra redonda y de la medida de su mano, especial para lo que ahora tenía en mente.

Nunca había jugado beisbol, pero era un buen momento para intentar pasar el primer strike de su carrera. Así lo intentó. Tomó el improvisado proyectil y se dio impulso.

No había que cuidarse de corredores en base ni tomar las señales del receptor, mucho menos del cronómetro de lanzamientos. Su único objetivo era pasar la piedra por la zona de strike, que en este caso era un pato posado a lo lejos.

Quizá no estaba tan lejos. Serían unos veinte metros, la distancia aproximada entre en pentágono y la lomita. La piedra tomó buena velocidad y dirección. Llegó tan rápido que el objetivo no pudo evitar el impacto, mucho menos emprender el vuelo.

Le dio en la cabeza y, cuando Vicente llegó, el animal hacía sus últimos movimientos. Lejos de un festejo o la euforia por el golpe tan certero, el resultado del incidente se convirtió en tristeza y miedo. Como pudo completó su tarea de recolectar leña y rápido regresó a casa, sin dejar de pensar en lo ocurrido.

Caminó sin descanso los casi tres kilómetros hasta llegar a su casa. Un trayecto que le pareció eterno.

Pronto, sus padres se dieron cuenta que algo había ocurrido. La expresión de Vicente era diferente y el niño tuvo que contarles lo que había hecho en el monte.

Su padre escuchó la historia y lo reprendió. Pero el reclamo no fue por lo que había hecho, sino por no haberse traído el botín a casa, así que el pequeño Vicente volvió sobre sus huellas al lugar del incidente y para su fortuna pudo encontrar al pato muerto.

Lo tomó y con él regresó a casa. “Ve por él”, me dijo mi papá. “Son muy buenos esos patos para comer”. Esa noche en la casa de la familia Romo Navarro en Santa Rosalía, Baja California Sur, hubo pato para la cena.

El recuerdo de ese día lo ha seguido a lo largo de siete décadas y no es porque se haya arrepentido de haber matado al pato o porque la cena de aquella noche haya estado muy sabrosa.

Vicente siempre ha ligado ese incidente al beisbol y siente que fue el primer mensaje de que su brazo tenía algo especial.

La piedra de aquel día era redonda como una pelota de beisbol y la distancia era similar o quizá un poquito más amplia de la que hay entre la lomita y el pentágono.

Dio en el blanco como lo hizo por muchos años en México y Estados Unidos, además de varios países del Caribe.

“Yo no sabía que se comían; solo agarré la piedra y le pegué en la cabeza”, comentó.

Si algo tuvo Vicente Romo fue control sobre sus lanzamientos.

Muchos años después, Vicente Romo Navarro ya tenía 182 juegos ganados en catorce temporadas de carrera en Liga Mexicana de Beisbol (LMB) y su efectividad de 2.49 es la mejor de todos los tiempos.

Ponchó a mil 857 enemigos.

Sin incluir al pato.

Vicente Romo sigue activo como coach auxiliar de bullpen con Toros de Tijuana.

Hoy el “Huevo” cumple ochenta años.

Felicítelo.

Es una leyenda.

El mejor en nuestro país.

-Te dije que mi primera historia de beisbol no es de beisbol

-Vaya que lo es. ¿Nunca le volviste a tirar a los patos?

-Nunca. Si les tiré ya no les di

-Dicen que los patos le tiran a las escopetas

-Yo les pegué más seguido.

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“ES LO MEJOR QUE ME HA PASADO EN LA VIDA”: MATÌAS CARRILLO.

El Jonronero

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Monterrey, N.L. (Acereros-Comunicación) 10 de noviembre de 2022.- Se llegó el día, fue emocionante para los presentes poder ver rostros de ídolos conmovidos hasta el punto de las lágrimas, ojos iluminados que reflejaban emoción y familiares que expresaban en sus caras el orgullo de ver ahí a quienes nosotros conocimos como beisbolistas pero que ellos ven como el papá, hermano, amigo, esposo y que ahora son distinguidos con la honra más grande a la que aspira cualquier personaje dentro de la pelota mexicana, ser exaltados al Salón de la Fama del Béisbol Mexicano; sus nombres, sus historias y sus logros ahora son inmortales.

El periodista yucateco Jorge Menéndez (EPD) que fue representado por su hijo, William Serrell (EPD) que fue representado por su nieto, Eduardo Jiménez el máximo jonronero zurdo del béisbol mexicano, José Luis Sandoval para muchos el mejor campo corto en la historia de la pelota nacional, Isidro Márquez el hombre con más juegos salvados en LMB y LMP, Vinicio Castilla el dueño de todos las marcas en Grandes Ligas para cualquier bateador nacido en México y Matías Carrillo el pelotero más completo que haya jugado en México fueron la Clase 2022 elegida por la prensa especializada vía boletas de votación.

“Es increíble México, ahí no hay negros o blancos; ahí todos somos iguales, me dieron lo más bonito a lo que alguien puede aspirar como persona, que es el respeto”, mencionó emocionado el nieto de William Serrell, destacado jugador de las ligas negras que vino a nuestro béisbol en tiempos de segregación racial en Estados Unidos, lo anterior lo mencionó parafraseando a su abuelo en una declaración que dio a su biógrafo.

Vinicio Castilla, una leyenda mexicana en Major League Baseball, se mostró emocionado hasta el llanto cuando agradeció a su señor padre y a su señora madre las enseñanzas y valores; además de haberlo acercado a este deporte.

José Luis Sandoval hizo énfasis en la MVP de su vida, agradeció a su esposa por haber llevado las riendas del hogar y la educación de sus hijos mientras él salía a trabajar.

Isidro Márquez fue claro, agradeció a su padre el valor de ser un hombre directo y a su madre la humildad y recordó: “gracias a mi hermana porque cuando se dio la oportunidad de ir a Pastejé yo no estaba convencido y ella me dijo que no quería ir porque tenía miedo de ir a jugar contra muchachos de mayor nivel, me picó el orgullo, me animé a ir y aquí estoy”.

Matías Carrillo por su parte, actual manager de Acereros señaló: “Esto es lo mejor que me ha pasado en la vida”, Carrillo fue el más votado para esta selección de inmortales y dentro de su discurso agradeció a su familia y seres queridos, haciendo énfasis en dos managers, Fernando ‘El Pulpo’ Remes presente dentro de los invitados y Ozzie Álvarez (EPD), a ellos, agradeció haberles aprendido a amar y respetar al béisbol para jugarlo con fuerza, energía y coraje. Matías fue acompañado por su familia quienes en todo momento le manifestaron ese amor y orgullo hacia él.

De Carrillo, agregamos la biografía que en su momento dio a conocer el Salón de la Fama:

MATÍAS CARRILLO.

Nació el 24 de febrero de 1963 en Los Mochis, Sinaloa.

El sinaloense hizo historia en su paso por el beisbol mexicano, logrando hazañas extraordinarias que sirvieron para complementar una brillante trayectoria que a final de cuentas le dieron la inmortalidad.

El notable bateador jugó 22 años en la Liga Mexicana de Beisbol, siendo el Novato del Año en 1982 con Poza Rica. A partir de 1984 fue parte de los Tigres hasta el final de su carrera, tomando parte en 2,110 juegos, con 7,522 veces al bat, 1,535 carreras anotadas, 2,531 hits, de los cuales, 420 fueron dobles, 70 triples y 330 jonrones.

Además, impulsó 1,554 carreras, se estafó 276 bases y promedió .336 milésimas, ubicándose entre los mejores de todos los tiempos en varios departamentos.

Obtuvo los títulos de jonrones y producidas en 1993 con 38 y 125, respectivamente, así como el título de bateo conseguido en 1996 con .368. También fue líder de bases robadas en 1984 con 30 e imparables en 1999 con 175, jugando con los Tigres.

En la Liga Mexicana del Pacífico también consiguió cifras extraordinarias, jugando 27 temporadas con Guaymas, Mexicali, Guasave, Cd. Obregón, Mazatlán y Los Mochis.

Fue Novato del Año en 1982-83 con Guaymas y Jugador Más Valioso en 1992-93 con Mexicali. Logró el título de bateo en 1992-93 con Mexicali (.404) y tres veces fue líder de bases robadas. En 1987-88 y 1988-89 con 23 y 37 con Guaymas y en 1992-93 con el equipo de Mexicali (36).

Electo al Salón de la Fama del Beisbol Mexicano en el 2020.

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‘CHATO’ VÁZQUEZ Y EL AÑO EN QUE HIZO ‘PEDAZOS’ EL SPRING TRAINING CON YANKEES

Bambino Sedano

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En 2011 un mexicano mostró su poder como nunca antes con los Yankees de de Nueva York, el nativo de Culiacán Jorge ‘Chato’ Vázquez impresionó a todos en el Spring Training con su gran ofensiva.

El popular ‘Chato’ puso todos los argumentos para ganarse un lugar en el equipo del Bronx, bateó por encima de .400 y además conectó tres jonrones con ocho impulsadas en 20 encuentros.

Vázquez llegaba encendido después de una gran Serie del Caribe en Mexicali.

En aquel Spring Training compartió con Yankees al lado de leyendas como Robinson Canó, Derek Jeter, Alex Rodríguez, Mark Teixeira. Además estaban los mexicanos Luis Ignacio Ayala y Ramiro Peña.

En un caso muy extraño, a pesar de haber demostrado que tenía calidad para ser una estrella en Ligas Mayores, jamás recibió el llamado al equipo grande de los Yankees.

El ‘Chato’ optó por volver a México y continuar cosechando éxitos en el beisbol nacional.

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